GRANADA, 12 (EUROPA PRESS)
La desigualdad económica lleva a las personas a percibir que viven en un contexto altamente competitivo y esto aumenta su ansiedad por el estatus, una preocupación constante por su posición en la sociedad que se asocia a menor satisfacción con la vida y peor salud mental, según evidencia un estudio liderado por el investigador del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Granada (UGR) Davide Melita.
Las consecuencias de esa ansiedad por el estatus son serias, según apunta el estudio, pues esta “preocupación continua por nuestra posición en la sociedad puede llevarnos a sentir que no contamos a ojos de los demás, a frustrarnos, estresarnos e incluso a un peor rendimiento escolar o en el trabajo y a conductas de evitación disruptivas como el abuso de drogas”, detalla Melita.
El comportamiento competitivo también puede generar participaciones menos cívicas y más egoístas en el contexto social. “Además, bajo esta realidad se tienden a tomar decisiones arriesgadas y se prefiere sacrificar los intereses colectivos si esto permite mantener o aumentar el estatus. Esto podría ser muy perjudicial para el funcionamiento de empresas y organizaciones, pero también podría ser obstáculo para generar cambios sociales que requieran identificarse y solidarizarse con los demás, como las luchas para frenar el cambio climático, reducir la desigualdad económica o acabar con las desigualdades de género”, alerta el investigador.
En cuanto a qué tipo de personas tienen mayor tendencia a estos comportamientos, estudios previos han identificado que aquellas que ocupan posiciones más bajas en la pirámide social experimentan más ansiedad por el estatus.
“Sin embargo, en nuestra investigación hemos encontrado que se trata de un fenómeno transversal: aunque afecta más a las personas menos privilegiadas, la preocupación por el estatus nos afecta a todas, a medida que aumenta la desigualdad económica”, explica el autor, quien ha hecho hincapié en que la crisis económica derivada de la pandemia ha golpeado más a quienes menos tenían, “dejando casi intactas a las grandes fortunas y aumentando así la desigualdad en todo el mundo”, lo que “previsiblemente, tendrá efectos psicológicos, entre ellos un incremento de la inquietud por el estatus”.