MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha expresado su optimismo sobre el acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, señalando que hay una ventana de oportunidad para ratificarlo en este segundo semestre de 2023, tras veinte años de negociaciones, coincidiendo con la Presidencia rotatoria de España del Consejo de la Unión Europea.
“Creo que tenemos una ventana de oportunidad para ratificarlo en este segundo semestre de 2023”, ha afirmado Sánchez durante su intervención en la inauguración del foro empresarial que se celebra en Bruselas antes de la cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), en el que también han tomado parte Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
“Desde luego España va a estar siempre del lado de aquellos que lo que queremos es cerrar este gran acuerdo que sería sin duda alguna muy importante para ambas regiones”, ha afirmado Sánchez.
De su lado, el presidente de Brasil ha defendido que el acuerdo de Mercosur, “que debería ser equilibrado y que tenemos intención de cerrar este año, abrirá nuevos horizontes”. “Nos gustaría llegar a un acuerdo que preserve la capacidad de las partes para responder a actuales y futuros retos”, ha asegurado.
En este sentido, el presidente español ha defendido la necesidad de que ambas regiones profundicen en los acuerdos comerciales y también en su integración económica para aprovechar bien sus complementariedades
De tal manera, Sánchez ha señalado que la ratificación de los acuerdos de la UE con Chile y con México “está muy cerca”, expresando su confianza en que se produzcan durante este semestre de presidencia rotatoria de España del Consejo de la Unión Europea.
“Europa y la CELAC nos encontramos en una situación que yo calificaría de esperanzadora, inmejorable, para aunar nuestras necesidades e intereses en áreas”, ha resumido el presidente español al referirse a las materias primas críticas, la digitalización, las energías renovables, el hidrógeno verde, la reindustrialización y la cohesión social y territorial.
De esta manera, ha alentado a los organismos multilaterales y a las empresas presentes en el foro a sumarse a esta agenda que va a fortalecer las economías de ambas regiones y que va a crear una mayor interdependencia entre dos continentes.
“Creo que todos podemos ganar de una relación más cercana y eso es lo que estamos empezando hoy después de ocho años”, ha apostillado.
DIFERENCIAS SOBRE EL ACUERDO COMERCIAL
Las dificultades para avanzar en el pacto entre la Unión Europea y Mercosur –Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay–, cuyo acuerdo fue anunciado en 2019 tras dos décadas de negociaciones pero que está en punto muerto desde entonces, empañan la cumbre de líderes de la UE y CELAC.
España aspiraba a poder anunciar el desbloqueo durante su semestre de Presidencia europea y Bruselas insiste en que hay una “ventana de oportunidad” histórica para sellar esta relación comercial, sin margen para “reabrir” el acuerdo, pero con salvaguardas adicionales en materia medioambiental sobre la mesa que no han gustado a los países de Mercosur y que tampoco convencen a Francia y Austria para levantar su tradicional rechazo al pacto.
A falta de que el bloque del Cono Sur responda en las “próximas semanas” a la última propuesta europea para salvar el acuerdo, Lula dijo hace una semana del documento comunitario que es “inaceptable” y criticó que “los socios estratégicos no negocian basándose en la desconfianza y la amenaza de sanciones”. Los países del Mercosur no aceptarán el “eterno papel de exportadores de materias primas, minerales y petróleo”, remachó.
Del otro lado, Francia considera irrenunciable su exigencia de que el mecanismo que la UE trata de consensuar con Mercosur contra la deforestación y con compromisos medioambientales adicionales incluya lo que define como “cláusulas espejo”, para garantizar que los productores de aquella región que exporten a Europa bajo el marco del nuevo acuerdo se sometan a los mismos estándares “extremadamente altos” que se imponen a los agricultores y ganaderos europeos.