MADRID, 10 (EUROPA PRESS)
Los inversores internacionales controlaban al cierre de 2022 algo más de la mitad de las acciones españolas (50,3%), un punto y medio porcentual por encima del año anterior, lo que supone un máximo histórico, según ha informado BME.
En la última década, el peso de los inversores internacionales en la Bolsa española ha crecido más de diez puntos y 16 puntos en lo que va de siglo.
Ante estos datos, el informe de BME ha destacado que cotizar en Bolsa “es un factor decisivo para el acceso al capital internacional por parte de las compañías y conseguir la escala de tamaño necesaria para ser más competitivas”.
Según las cuentas financieras del Banco de España, el peso de los inversores internacionales en las empresas no cotizadas no llegó al 25%, es decir, menos de la mitad que en las compañías que sí cotizan.
Entre los grupos internacionales presentes en la Bolsa española se encuentran grandes gestoras internacionales de fondos de inversión, planes de pensiones y ETF, así como fondos de capital riesgo, ‘private equity’ y fondos soberanos.
El segundo grupo con más presencia en la propiedad de las acciones españolas es el de las empresas no financieras, que elevaron en cuatro décimas su participación, hasta el 21,3%, su máximo desde 2012.
En cambio, la participación de las familias en la Bolsa española continuó a la baja, “en una progresiva convergencia” con los datos de participación directa de inversores minoristas en renta variable en los principales países europeos.
En concreto, al cierre de 2022 los inversores minoristas controlaban el 16,2% de las acciones españolas, casi un punto porcentual menos que el año anterior y el segundo dato más bajo de la serie histórica.
BME ha relacionado estos datos con “el creciente peso de los fondos de inversión, la ausencia de tramo minorista en las últimas OPV o el auge entre los jóvenes de activos no convencionales”.
Sin embargo, los datos de la última encuesta financiera de las familias del Banco de España (2020) mostraron que un 12,3% de los hogares españoles invertía en Bolsa, es decir, 2,3 millones de hogares y en torno a 5,8 millones de personas.
También descendió la participación, en las cotizadas del selectivo español, de las instituciones de inversión colectiva y seguros (bajó en un año del 7% al 5,9%) y de los bancos y cajas de ahorro (del 3,5% al 3,1%).
Por el contrario, las administraciones públicas elevaron del 2,7% al 3,2% su peso, por lo que dejaron de ser el grupo de inversores con menos presencia por primera vez desde 2006 y marcaron máximo en 25 años.
Aún así, su participación siguió lejos de los niveles superiores al 16% alcanzados en 1992 y 1993, antes de las sucesivas privatizaciones de empresas públicas, como han señalado desde BME.
De la baja participación de la inversión colectiva en el capital de las cotizadas españolas, el informe concluye que la falta de incentivos, especialmente fiscales, para que la inversión institucional apoye el tejido empresarial español cotizado supone un ‘hándicap’ competitivo para las empresas de menor tamaño, “precisamente aquellas que encuentran más dificultades para atraer la atención del inversor extranjero”.