La Agencia Internacional de la Energía (AIE), institución creada en 1974 para velar por los intereses energéticos de los países desarrollados, ha presentado una hoja de ruta para combatir el cambio climático y cumplir con el objetivo “difícil, pero aún alcanzable” de emisiones cero para 2050, incluyendo el cese de nuevos proyectos de exploración de hidrocarburos o el final del coche de combustión interna para 2035.
“Nuestra hoja de ruta muestra las acciones prioritarias que se necesitan hoy para garantizar que no se pierda la oportunidad, difícil, pero alcanzable, de lograr emisiones netas cero para 2050”, ha señalado el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.
De este modo, el informe de la AIE contiene más de 400 hitos y recomendaciones sectoriales para guiar este proceso de transformación radical con vistas a limitar a 1,5ºC el calentamiento global para 2050, que la institución ha calificado como “el mayor desafío al que se ha enfrentado la humanidad”.
En este sentido, la agencia señala que el número de países que anuncian compromisos para lograr emisiones netas cero en las próximas décadas sigue creciendo, pero lamenta que las promesas de los gobiernos hasta la fecha, incluso si se cumplen por completo, están muy por debajo de lo que se requiere para conseguir en 2050 emisiones globales nulas de CO2.
“El camino planteado por la AIE conlleva un aumento histórico en la inversión en energía limpia que creará millones de nuevos empleos y elevará el crecimiento económico global”, ha defendido Birol, para quien recorrer la senda diseñada requiere de acciones políticas sólidas y creíbles por parte de los gobiernos, respaldadas por una cooperación internacional mucho mayor.
Según el escenario planteado por la AIE, para 2050 el mundo de la energía será completamente diferente, con una demanda mundial de energía casi un 8% más pequeña que en la actualidad, pero que servirá a una economía de más del doble de tamaño y a una población con 2.000 millones de personas más.
Casi el 90% de la generación de electricidad procedería de fuentes renovables, y la energía eólica y solar fotovoltaica juntas representan casi el 70%, mientras que la mayor parte del resto proviene de la energía nuclear.
La energía solar es la fuente de suministro total de energía más grande del mundo y los combustibles fósiles pasan de representar casi cuatro quintas partes del suministro total de energía en la actualidad a poco más de una quinta parte, limitándose a bienes donde el carbono está incorporado en el producto, como los plásticos, en instalaciones equipadas con captura de carbono y en sectores donde las opciones tecnológicas de bajas emisiones son escasas.
“El camino trazado en nuestra hoja de ruta es de alcance mundial, pero cada país deberá diseñar su propia estrategia, teniendo en cuenta sus propias circunstancias específicas”, añadió el director de la AIE.
“Los planes deben reflejar las diferentes etapas de desarrollo económico de los países: en nuestra senda, las economías avanzadas alcanzan el cero neto antes que las economías en desarrollo”, añadió Birol, expresando la disposición a apoyar a los gobiernos en la preparación de sus propias hojas de ruta nacionales y regionales, brindar orientación y asistencia para implementarlas y promover la cooperación internacional para acelerar la transición energética en todo el mundo.
AUMENTAR LA INVERSIÓN.
A corto plazo, el informe plantea la necesidad de llevar a cabo el despliegue “inmediato y masivo” de todas las tecnologías energéticas limpias y eficientes disponibles, combinado con un importante impulso global para acelerar la innovación.
Así, la agencia calcula que será necesario incrementar la capacidad de generación de energías limpias como la fotovoltaica y la eólica para alcanzar los 630 gigavatios y los 390 gigavatios para 2030, respectivamente, esto es cuatro veces el nivel récord establecido en 2020.
De hecho, la AIE señala que, en el caso de la energía solar, este objetivo equivale a instalar “todos los días” el parque solar más grande del mundo.
Asimismo, un importante impulso mundial para aumentar la eficiencia energética también es parte esencial de estos esfuerzos, señala la AIE, que anticipa que la mayoría de la reducción global en las emisiones de CO2 hasta 2030 procederá de tecnologías disponibles en la actualidad, mientras que en 2050 confía en que la mitad proceda de tecnologías que actualmente solo se encuentran en la fase de demostración o prototipo.
En el caso del transporte, la senda diseñada por la AIE señala que los estrictos estándares de ahorro de combustible y la garantía de que no se vendan automóviles de pasajeros nuevos con motores de combustión interna a partir de 2035 darían como resultado un cambio rápido en las ventas hacia vehículos eléctricos mucho más eficientes.
“La eficiencia se ve en la década de 2030, a medida que cambia la composición del parque de vehículos: los automóviles eléctricos pasan de representar el 20% de todos los automóviles en la carretera en 2030 al 60% en 2040 (en comparación con 1% hoy)”, proyecta.
Esto exige que los gobiernos aumenten y prioricen rápidamente su gasto en I+D, así como en el despliegue de tecnologías de energía limpia, colocándolas en el centro de sus políticas energéticas y climáticas, afirma la agencia.
En este sentido, advierte de que proporcionar electricidad a alrededor de 785 millones de personas que no tienen acceso a ella y soluciones de cocina limpias a 2.600 millones de personas que carecen de ellas es una parte integral de la hoja de ruta hacia las cero emisiones y calcula que esto costaría unos 40.000 millones de dólares (32.929 millones de euros), alrededor del 1% de la inversión anual promedio del sector energético.
De este modo, la AIE estima que la inversión anual en energía aumentará hasta alcanzar los 5 billones de dólares (4,1 billones de euros) para 2030, agregando 0,4 puntos porcentuales adicionales anuales al crecimiento del PIB mundial, según un análisis conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“El salto en el gasto público y privado crea millones de puestos de trabajo en energías limpias, incluida la eficiencia energética, así como en las industrias de ingeniería, fabricación y construcción”, subraya la agencia, señalando que esto haría que el PIB mundial sea un 4% más alto en 2030 de lo que alcanzaría según las tendencias actuales.