También indica que “aún no es el momento” de liberar reservas de capital porque la banca es “resiliente” y “rentable”
MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha afirmado este martes que la estabilidad financiera de la eurozona es “frágil” pues el sector aún está en proceso de adaptación a las consecuencias derivadas de una política de endurecimiento monetario acometida a un “ritmo sin precedentes”.
“Las perspectivas de estabilidad financiera en la zona euro son frágiles, a medida que el sistema financiero se adapta a un entorno de mayores tipos de interés”, ha explicado el exministro español de Economía. Asimismo, ha señalado que el mercado inmobiliario está en retroceso y la economía ralentizándose.
Guindos ha subrayado que, a pesar de que el impacto de un encarecimiento de la financiación, la alta inflación y la atonía del crecimiento tarden en manifestarse, las empresas y familias no han tenido que soportar, por el momento, “estreses materiales”.
Además, el vicepresidente del BCE ha afirmado que las posiciones de capital bancarias en la eurozona son “sólidas”, tal y como demuestran los tests de estrés realizados este 2023 y que confirman que el sector “está capacitado para encarar un escenario gravemente adverso”.
Por otro lado, Guindos ha asegurado que “aún no es el momento” de pensar en liberar los colchones de capital pues las entidades bancarias son “resilientes” y “rentables”. De hecho, cuentan con unas rentabilidades financieras de doble dígito por primera vez desde la crisis de 2008/2009.
“Aunque el crédito bancario ha perdido impulso, actualmente no hay indicios de que se deba a que los bancos estén sujetos a restricciones de capital que deberían aliviarse con políticas macroprudenciales”, ha elaborado.
Guindos también ha indicado que, en el actual contexto, la liberación de estas reservas de capital carecería de sentido ya que “no tendría un efecto beneficioso sobre el crédito”.
Al contrario, ha avanzado que es conveniente mantenerlos ya que tiene un impacto positivo en la financiación, incentiva la asignación “prudente” de los recursos y “preserva la fortaleza y la confianza” en el sistema bancario en un momento en el que los riesgos están al alza.