MADRID, 2 (EUROPA PRESS)
La Fundación BBVA ha otorgado su premio ‘Fronteras del Conocimiento’ de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas en su XIV edición al economista estadounidense Matthew Jackson “por su obra pionera que ha arrojado nueva luz sobre el papel de las redes en la vida económica y social”.
El jurado ha destacado que el profesor Jackson, catedrático de Economía en la Universidad de Stanford, “supo distinguir la importancia de las redes para la economía hace más de 25 años” en un trabajo teórico que “mostró cómo predecir qué redes se formarán en función de los costes y beneficios de las conexiones, y en qué difieren esas redes de las óptimas”.
En este sentido, ha considerado que el trabajo desarrollado por Jackson “ha inspirado una ingente literatura, tanto teórica como empírica, en la que el estudio del papel que desempeñan las redes es clave para el conocimiento de los mercados financieros, el desarrollo económico y muchos otros fenómenos económicos”.
En 1996, Mathew Jackson y Asher Wolinsky publicaron “A Strategic Model of Social and Economic Networks”, en el ‘Journal of Economic Theory’, un paper que es considerado el inicio de toda la literatura del enfoque de redes sociales, o teoría de redes sociales, en el análisis económico.
En dicho trabajo, definieron una red como un conjunto de agentes (que pueden ser tanto personas como empresas, instituciones y mercados) conectados por medio de enlaces, y establecieron qué características tienen que tener las redes para ser eficientes en el sentido de que los agentes que las componen estén satisfechos y la red sea estable.
“La mayor parte de nuestras interacciones como seres humanos son sociales”, ha explicado el galardonado en una entrevista poco después de conocer la noticia del premio. “Dependemos de otras personas para lograr información, conexiones, oportunidades y también normas de comportamiento. Por ello, las redes en las que estamos integrados condicionan de manera muy importante la manera en la que nos comportamos y los resultados que obtenemos”, ha apuntado.
Asimismo, el profesor Jackson ha aplicado también el enfoque de redes sociales a las relaciones financieras, para determinar cuándo contribuyen las redes de bancos a la estabilidad sistémica, y cuándo la socavan, señalando que “en el caso de una red financiera, hay otros factores importantes que influyen aparte del simple contacto”.
A este respecto, el galardonado demostró cómo cada banco se preocupa principalmente por su propia supervivencia, pero apenas tiene en cuenta cuál sería el coste social de una bancarrota para el conjunto de la red, y por eso asumen más riesgos de lo que sería óptimo para la sociedad en su totalidad.
De este modo, analizar redes financieras permite comprender mejor cómo las estrategias de toma de riesgos de las entidades pueden amplificar el efecto negativo de una crisis, afectar el equilibrio de la red.
“Es importante que tengamos mejores mapas de las redes financieras, para comprender cómo una crisis en un país puede provocar un gran impacto en otras partes del mundo. Algo que hemos podido experimentar en la crisis financiera de finales de los dos mil”, explica.
El catedrático de Economía de la Universitat Autònoma de Barcelona Salvador Barberá, uno de los nominadores del premiado y su primer coautor, destaca que “antes del profesor Jackson, muchos científicos sociales habían incorporado el abordaje de redes, pero no con tanto rigor. Hasta entonces, la economía se había centrado en analizar las relaciones entre individuos a través de los mercados. Al introducir la teoría de redes, el análisis económico alcanza una nueva dimensión, cambia por completo la manera de mirar a los mercados”.
SANCIONES A RUSIA.
Otra investigación del profesor Jackson demuestra también que a lo largo de la historia, conforme las economías se han “entrelazado”, los países han tenido menos incentivos para declararse la guerra unos a otros.
En este contexto, según sus palabras, las naciones tienen “herramientas más modernas” para desincentivar la prolongación de un conflicto, como el que está teniendo lugar en el Este de Europa, con la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
“En la actualidad el tipo de sanciones que se están imponiendo sobre Rusia y Bielorrusia para aislarlos y recortar sus conexiones bancarias y sus oportunidades financieras, así como limitar los contactos sociales y las posibilidades de que sus poblaciones entren y salgan de sus territorios, puede tener un gran impacto”, sostiene.
Se trata, considera, de una medida de presión que no se podía utilizar cuando no existía un intercambio comercial entre países tan intenso, ya que si el sistema bancario ruso no formara parte del sistema SWIFT, ni tuvieran reservas externas, ni una población que quisiera viajar al extranjero, ni oligarcas cuyas fortunas se pudieran congelar, solo quedaría la intervención militar.
“Si no tuviéramos ninguna de estas herramientas, lo único que podríamos hacer es intervenir militarmente”, apunta Jackson, para quien, a pesar de la dificultad de comprender ahora mismo las motivaciones de los líderes rusos y saber cómo detenerles, “sin estas herramientas económicas, no tendríamos ninguna esperanza de hacerlo”.
“Esperemos que esta sea una lección que aprendan todos los líderes del planeta: necesitamos a otros países para que estén dispuestos a cooperar con nosotros y así todos podamos vivir con bienestar y prosperidad”, concluye.