MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
Funcas considera que las acciones de los bancos centrales para contener la inflación “están siendo más agresivas de lo esperado” y apela a la “prudencia” a la hora de subir los tipos de interés para evitar una “fragmentación” de los mercados financieros.
En su último número de ‘Cuadernos de Información Económica’, Funcas aborda el dilema al que se enfrentan los bancos centrales, especialmente el Banco Central Europeo (BCE), ante el escenario actual de subidas de precios.
En un artículo elaborado por Santiago Carbó y Francisco Rodríguez, los autores advierten de que el ritmo de subida de los tipos de interés puede causar dificultades, por lo que debe llevarse a cabo “con prudencia”.
“Los efectos sobre las curvas de rendimiento de los bonos públicos de la eurozona pueden ser especialmente dañinos no sólo para la sostenibilidad de la deuda pública de algunos países, sino para las condiciones generales de financiación, pública y privada, porque pueda generarse una fragmentación de los mercados financieros”, avisan.
Carbó y Rodríguez explican que las decisiones de los bancos centrales han sido “más drásticas” conforme se ha observado el carácter estructural de la inflación y la falta de confianza de consumidores y mercados sobre el tiempo que puede necesitarse para que la subida de precios remita.
En cuanto al impacto en el sector bancario de las subidas de tipos, consideran que, por una parte, podría mejorar el margen de intermediación, pero, por otra, avisan de que “una inflación elevada y un entorno de incertidumbre abren incógnitas sobre la evolución de las tasas de crecimiento futuras que tendrían también un impacto en el negocio bancario”.
En otro artículo de ‘Cuadernos’, Marta Alberni, Ángel Berges y María Rodríguez explican que, por el lado positivo, el tensionamiento de los tramos largos de la curva anticipa un horizonte de subidas de tipos cortos que permite superar la “travesía por el desierto” de más de un lustro con los tipos en terreno negativo y con la consiguiente presión a la baja sobre los márgenes bancarios.
En el otro lado de la balanza, ante una de subida de tipos, los autores anticipan dos efectos adversos: por un lado, su potencial impacto negativo sobre la capacidad de pago de hogares y empresas y, por tanto, sobre su morosidad futura y, por otro, las potenciales pérdidas de valor en las tenencias de deuda pública. No obstante, precisan que este tipo de impactos “está muy lejos de asemejarse en los países avanzados a los que se produjeron durante la crisis financiera internacional”.
En términos de su peso sobre activos o del sesgo doméstico de la deuda soberana, subrayan que la posición de la banca española es muy similar a la de la banca europea y se encuentra mitigada por una menor sensibilidad a la curva, así como en términos de menor afloración contable en resultados.
LA PERSISTENCIA DE SITUACIONES DE POBREZA NO ES ACHACABLE A LA PANDEMIA
Por otro lado, en el último número de ‘Cuadernos de Información Económica’, Funcas realiza una aproximación preliminar a los efectos de la crisis en la desigualdad de rentas en España durante 2020, primer año de pandemia.
Tomando los datos recientes de la Encuesta de Condiciones de Vida, el artículo, elaborado por Eduardo Bandrés, destaca el carácter determinante de las transferencias públicas (desempleo, ayudas a autónomos, incapacidad temporal) para corregir la mayor parte de la desigualdad asociada a la paralización de la actividad económica y a sus efectos sobre el empleo y los ingresos de los hogares.
Pese a ello, la desigualdad de la renta disponible aumentó ligeramente en 2020, especialmente por la caída de ingresos entre el 10% más pobre de la población, de la que forman parte principalmente trabajadores con bajos ingresos salariales, parados y población inactiva, entre los que predominan los jóvenes.
El autor concluye que no puede atribuirse a la crisis pandémica la persistencia de situaciones de pobreza en España, sino a factores de carácter más estructural relacionados con bajos niveles educativos y de empleabilidad de una parte de la población, insuficiencia del sistema de rentas mínimas, escasez de ayudas a la familia y el limitado importe de las pensiones no contributivas.