El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha calculado que el impacto de la pandemia de coronavirus en el producto interior bruto (PIB) mundial a medio plazo únicamente será un tercio del que tuvo la crisis financiera global de 2008, según se desprende del segundo capítulo de su informe ‘Perspectiva Económica Mundial’, publicado este miércoles.
El organismo con sede en Washington calcula que, a medio plazo (cinco años), el PIB mundial será un 3% inferior en 2024 en comparación con la senda prevista antes de la pandemia. Este cálculo tiene en consideración que el Covid estará bajo control en todo el mundo para finales de 2022.
Pese al abultado descenso de la economía con respecto al recorrido previsto antes de la pandemia, el Fondo ha indicado que este retroceso es menor del que hubiera ocurrido en caso de que esta crisis hubiera afectado al sector financiero. En comparación, el daño a medio plazo de la crisis de 2008 fue de casi un 10%.
El FMI ha atribuido el menor impacto de esta crisis a varios factores. En primer lugar, ha afectado sobre todo a sectores “periféricos” de la economía, lo que ha provocado menos contagio entre los actores económicos. Además, ha sido una crisis sanitaria y no financiera, lo que ha evitado un efecto procíclico.
Asimismo, para el organismo que dirige Kristalina Georgieva, el impacto de esta crisis ha sido menor por la rápida respuesta política que ha servido para sostener los ingresos de los ciudadanos y para ayudar a contener posibles disrupciones en el sector financiero. Otro factor del menor impacto de esta crisis es que el daño se concentrará más en países de bajos ingresos, mientras que las economías más avanzadas saldrán de la crisis con menos “cicatrices” a largo plazo, justo lo contrario que sucedió en 2008.
“El panorama de recuperaciones divergentes que está surgiendo, con una mayor probabilidad y amplitud del daño en muchas de las mismas economías que tienen un espacio fiscal limitado, sugiere un camino por recorrer desafiante”, ha alertado el Fondo.
En cualquier caso, el FMI ha indicado que el daño permanente a la economía mundial dependerá de factores únicamente atribuibles a la pandemia y, por tanto, “difíciles de predecir”, como la transmisión de nuevas cepas o la escala de las restricciones de actividad necesarias para contener los contagios y proteger a la población.
Como en otras ocasiones, la institución ha recomendado a políticos y gobiernos expandir las redes de seguridad social y adecuar los recursos asignados a sanidad y educación, así como idear políticas que apoyen la productividad facilitando la movilidad laboral, la competencia y la innovación e invirtiendo en infraestructuras públicas.