Los mecanismos de retención de empleo desplegados durante la pandemia, como los ERTE españoles o los ‘kurzarbeit’ alemanes, han demostrado ser “extremadamente poderosos” para frenar el aumento del desempleo en la fase más aguda de la crisis, aunque una vez que los contagios disminuyan y la vacunación permita levantar restricciones podría resultar más eficaz reemplazarlos por medidas para incentivar la contratación y el reciclaje profesional, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El análisis realizado por la institución señala que tanto las políticas de retención como las de recolocación pueden ayudar a mitigar el impacto de la crisis en los trabajadores, subrayando que la elección idónea entre unas u otras, así como en la oportunidad de su implementación, dependerá de la persistencia y asimetría de la sacudida provocada por la pandemia.
En este sentido, la conclusiones del FMI apuntan a que las políticas de retención del empleo, como los ERTE, son efectivas para reducir la pérdida de puestos de trabajo, especialmente entre los menos cualificados, mientras que las políticas de recolocación, como los incentivos a la contratación, la asistencia para encontrar empleo y los programas de reciclaje, impulsan la búsqueda de empleo y los cambios de trabajo por parte de los que conservan su ocupación.
“Las medidas de retención son mejores cuando el impacto es agudo y el distanciamiento social alto”, sostiene el Fondo, para el que a medida que la pandemia retroceda el apoyo debería pasar a depender más de las medidas de recolocación, por lo que advierte de la necesidad de “una monitorización cuidadosa de la intensidad de la pandemia” para evaluar cuándo la economía puede hacer frente a la reducción del apoyo de los programas de retención de empleo y cambiar hacia un mayor peso de las medidas de recolocación.
“Para un choque transitorio y asimétrico (como un confinamiento o un fuerte aumento del distanciamiento social), las políticas de retención de empleo son extremadamente poderosas para reducir el desempleo y proporcionar un seguro de ingresos a corto plazo, mientras que para un choque permanente (como un cambio permanente en la demanda entre sectores o una caída en la productividad en algunos sectores), las políticas de recolocación que impulsen la creación de empleo funcionan mejor a largo plazo y aceleran el ajuste hacia el nuevo equilibrio”, explica.
De este modo, en los casos en los que el impacto de la crisis es una combinación de componentes transitorios y permanentes, el FMI considera lo más adecuado un paquete de políticas en favor de la retención del empleo mientras el distanciamiento social sea generalizado, mientras que pasar a medidas de recolocación una vez que se levantan las restricciones tendrá un mayor efecto a la hora de mitigar las dinámicas de desempleo.
“A medida que avanza la recuperación, un despliegue más vigoroso del apoyo a la recolocación de trabajadores puede acelerar el ajuste del mercado laboral”, afirma el FMI.
Sin embargo, la institución advierte de la importancia de ser realista sobre la rapidez con la que se avanza en este aspecto, por lo que subraya que las inversiones en capital humano para ayudar a los trabajadores a volver a capacitarse de cara a desempeñar nuevas ocupaciones “llevarán tiempo”.