MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
La presidenta de Redeia, Beatriz Corredor, ha afirmado este martes que para las empresas es rentable ser sostenibles y que no se pueden limitar a generar valor económico, sino que deben hacer una aportación a la sociedad.
Durante una charla con el presidente de Ernst & Young (EY) en España, Federico Linares, en el primer día de las Jornadas de Sostenibilidad de Redeia, Corredor ha señalado que las empresas sostenibles consiguen mejorar el uso de sus recursos, hacer una gestión de procesos y de medios más eficiente y manejar mejor los riesgos, incluidos los reputacionales.
“Incorporas los criterios financiero, operacional y reputacional a toda tu actividad, y eso redunda en la sostenibilidad”, ha añadido. También ha indicado que los consumidores han manifestado sus preferencias hacia compañías que tienen comportamientos sostenibles y éticos, las cuales, además, tienen un acceso más fácil a la financiación y a los inversores.
“Entonces, sí que es rentable ser sostenible; pero ser sostenible, no parecerlo”, ha subrayado, criticando que “hay mucho postureo” en lo que las empresas dicen que hacen para aplicar criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG).
La presidenta de Redeia considera que “no puede haber rentabilidad económica si no hay rentabilidad social” y que, además de generar valor para sus accionistas, las compañías tienen que crear un valor que sea “compartido con toda la sociedad”.
Y, dada la confianza que los ciudadanos dicen tener en las empresas, cree que estas deben ser “capaces de liderar las soluciones” en cuestiones que preocupan a los ciudadanos, como la desigualdad, el cambio climático, la formación o el bienestar y la salud mental de los trabajadores.
COLABORACIÓN PÚBLICO-PRIVADA
Pero, según Corredor, en este aspecto se necesita potenciar la colaboración entre el sector público y el privado: “Es el momento de superar esa ancestral desconfianza entre un sector privado que mira al público como un modelo de ineficiencia y un sector público que mira al privado como un modelo de rentabilidad fría”.
Para el presidente de EY, la colaboración público-privada es “capital”, pero uno de los ámbitos en los que no se aprecia es al comunicar y explicar la transición verde. “Hay que decirle al ciudadano: la transición va de esto, esto es lo que cuesta y estos son los beneficios”, ha subrayado.
Por otra parte, ha incidido en la importancia que tienen la sostenibilidad y la “creación de valor sostenible a largo plazo” y ha afirmado que una empresa no puede centrarse en crear valor de cliente, financiero y de persona y no esforzarse por generar valor social. Linares prevé que dentro de dos, tres o cinco años habrá instrumentos para medir qué empresas crean más valor social sostenible.
En este punto, Corredor ha destacado que en Redeia han incorporado una metodología para medir el impacto de su actividad sobre el territorio y han calculado que por cada euro de beneficio que obtiene la compañía, aporta 14,5 euros a la sociedad.
En este contexto, ha apostado por escuchar a la población de cada lugar para conocer cuáles son sus preocupaciones ante el potencial impacto sobre su modo de vida y atender sus “reivindicaciones razonables”, para promover una transición ecológica “justa” en la que “todo el mundo gane”.
Por último, tanto Corredor como Linares han lamentado el “retroceso” que se ha producido en Estados Unidos en el compromiso con los criterios ESG en el mundo corporativo, tanto en el ámbito legislativo como el judicial. En cambio, “en Europa seguimos avanzando porque nosotros nos lo creemos”, ha agregado Corredor, que ha recalcado que, en el caso de Redeia, el compromiso con la sostenibilidad está “interiorizado” en toda la empresa.
UN “SISTEMA SIMBIÓTICO Y CIRCULAR” ENTRE LAS EMPRESAS EUROPEAS
En las Jornadas de Sostenibilidad de Redeia también han participado el jefe de gabinete de la directora general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Luis Planas; y el director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia País de la Presidencia del Gobierno, Diego Rubio, que han conversado sobre la autonomía estratégica abierta de la Unión Europea y su relación con la economía circular.
Rubio, que ha recalcado el fuerte vínculo existente entre “garantizar la resiliencia y la competitividad de la economía europea” y “acometer la transición ecológica”, ha apuntado que Europa “depende altamente de terceros países” para disponer de más de 300 bienes y materias primas estratégicos, lo que implica “una vulnerabilidad enorme”.
Por ello, España, desde la presidencia española de la Unión Europea, está tratando de liderar el debate sobre la autonomía estratégica abierta, para que los 27 Estados miembros analicen cómo resolver este problema, y una de las líneas de acción es la circularidad.
El objetivo final, ha dicho, es “acabar convirtiendo el ecosistema empresarial europeo y el tejido productivo europeo en un sistema simbiótico y circular donde los residuos de un sector son automáticamente convertidos en los productos de otro sector”. La tecnología para hacerlo “ya existe en muchos campos”, pero persisten dificultades “de escalado, de precios y de regulación”, ha detallado.
Asimismo, ha comentado que Europa “está a la vanguardia” en la recolección, reciclaje y reutilización de materiales y ese saber hacer lo podrán llevar las empresas en el futuro a países emergentes de renta media para darles ese servicio, pero cree que hay que “poner dinero público y privado para desarrollar esa industria”.
QUEDA MUCHO POR HACER EN CIRCULARIDAD
Sin embargo, y “a pesar de la centralidad de la circularidad para resolver los desafíos”, sigue estando en un estado “muy embrionario”, según Rubio, que ha precisado que, de todos los grandes mercados de materias primas secundarios en la UE, “solo funcionan tres: vidrio, papel y aluminio”.
Planas también considera esencial “seguir movilizando recursos”, mejorar la taxonomía y superar algunos retos técnicos para promover la circularidad, ya que actualmente “solamente el 12% de los materiales utilizados son reciclados”.
Aunque el “momento muy complicado” que vive la Unión Europea por las consecuencias de la pandemia de Covid-19 y la guerra de Ucrania “ha dado un impulso” a la autonomía estratégica abierta y a la economía circular como instrumento para potenciarla, aún “nos queda muchísimo por hacer”, ha concluido.