Señala que la traslación de costes energéticos a los precios de venta de bienes y servicios está siendo, hasta la fecha, limitada
MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
El Banco de España ha observado un aumento de la influencia de los precios energéticos sobre la inflación subyacente –que descuenta la energía y los alimentos frescos–, debido, en parte, al mayor tamaño de las perturbaciones recientes, pero también a una intensificación de la transmisión de las variaciones en los precios de la energía al resto de los precios de consumo.
“Las perturbaciones recientes en los precios energéticos han sido de gran magnitud, y su grado de traslación al resto de los precios de consumo se ha incrementado”, indica el organismo que encabeza Pablo Hernández de Cos en el informe ‘De la energía al resto de los componentes: la generalización del fenómeno inflacionista’.
De acuerdo con el informe, en comparación con el período previo a la pandemia, parece haber tenido lugar una intensificación de la transmisión de las variaciones en el precio de la energía a los precios no energéticos de la cesta de consumo.
Como resultado, se estaría observando una mayor persistencia de los fenómenos inflacionistas, con consecuencias potencialmente adversas para la actividad económica, particularmente si los agentes incorporaran estos desarrollos a sus expectativas de inflación a medio plazo y, por tanto, a los procesos de formación de precios y salarios.
No obstante, en el caso de la economía española, la evidencia disponible sugiere que, a pesar de su incremento reciente, la traslación de los costes energéticos (y de otras materias primas) a los precios de venta de los bienes y servicios, y el impacto de la inflación sobre las demandas salariales, están siendo, hasta la fecha, limitados.
Sin embargo, la elevada magnitud, en comparación histórica, de los efectos de los aumentos en los precios energéticos sobre el resto de los precios sugiere la existencia de riesgos en el futuro.
Según el análisis del Banco de España, una explicación posible de los resultados obtenidos podría venir del hecho de que en los dos últimos años ha habido perturbaciones muy poderosas (como la reapertura gradual de las economías tras la fase más intensa del confinamiento, los cuellos de botella en los procesos productivos o las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania) que han concurrido con el encarecimiento de las materias primas energéticas y no energéticas.
“Ello sugiere la posibilidad de que los efectos asociados a los precios de la energía estén capturando una parte del impacto de esas otras perturbaciones”, apuntan los expertos que han elaborado el informe.
En otros episodios históricos, los cambios intensos en el coste de la energía habían discurrido a través del precio del petróleo. Sin embargo, en esta ocasión el encarecimiento se ha extendido al gas.
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