MADRID, 2 (EUROPA PRESS)
América Latina sigue ofreciendo grandes oportunidades e importantes activos que explotar a las empresas españolas y, particularmente, al sector bancario, lo que sitúa a la región como un área geográfica “estratégica” con la que se deben relanzar las relaciones económicas.
Esta es una de las principales conclusiones que se extrae del informe ‘La banca española en América Latina: Visión histórica, situación y perspectivas de futuro’, elaborado por el Instituto Español de Banca y Finanzas (IEBF).
Según dicho documento, el potencial demográfico de América Latina, con una sociedad de 650 millones de personas y clases medias potentes, el margen de mejora existente en términos de integración regional, con efectos potenciales evidentes sobre los flujos comerciales y el crecimiento económico regional, y la capacidad de la región de contribuir a la solución de retos y problemas globales como la transición verde, hacen que la región se constituya como estratégica para la banca española.
De cara al futuro, América Latina se enfrenta al reto de consolidar un crecimiento sólido, inclusivo y sostenible, abordando la doble transición verde digital y las brechas estructurales que limitan su crecimiento y progreso.
En este sentido, los bancos españoles pueden actuar como un catalizador clave en la transformación de América Latina mediante la canalización de recursos financieros, la provisión de soluciones que aumenten los niveles de inclusión financiera, y la puesta en marcha de otros proyectos que ayuden a resolver problemas de larga data como la pobreza o la exclusión social.
FORTALEZA DE LA BANCA ESPAÑOLA EN AMÉRICA LATINA
América Latina representa un cuarto del total de la exposición de los bancos españoles fuera de España. BBVA y Santander son los grupos con mayor presencia, siendo especialmente relevantes en países comoMéxico y Brasil.
Desde el comienzo de su proceso de internacionalización, las empresas españolas encontraron en América Latina un destino natural para sus proyectos e inversiones. España pasó de tener una presencia casi inexistente en la región a principios de 1990 a ser el segundo mayor inversor y el primero de origen europeo a finales de la misma década.
Los bancos han protagonizado gran parte de ese impulso inversor hacia América Latina, donde durante los últimos treinta años se han expandido significativamente, apalancándose en sinergias y afinidades culturales evidentes y también otras ventajas comparativas que hacían de Latinoamérica un enclave estratégico para su esfuerzo inversor y proyección internacional.
La estrategia de internacionalización empleada por los bancos españoles en América Latina ha sido una de sus principales fortalezas y un rasgo distintivo con respecto a otras entidades bancarias extranjeras. El modelo de expansión descentralizado ha dotado a los bancos españoles de mayor rentabilidad y resiliencia frente a crisis en términos de menores probabilidades de contagio y no ha generado burbujas.
Para avanzar en este asunto, en el campo de las relaciones bilaterales, la Unión Europea y América Latina, al enfrentar retos y riesgos comunes, están obligados a, después de varios años de desinterés mutuo, relanzar sus relaciones y la cooperación en ámbitos económicos clave como la transición verde y digital.
Las empresas españolas, como puente natural entre el Viejo Continente y América Latina, y especialmente los bancos, como sector destacado dentro de ellas por su relevancia en la región, tienen mucho que aportar en ese sentido, liderando e impulsando una cooperación estratégica “renovada”.
ESTABILIDAD EN AMÉRICA LATINA, FLEXIBILIDAD EN EUROPA
Para que esta transformación pueda concretarse, los países de América Latina deben ser capaces de generar un entorno de estabilidad macroeconómica y seguridad jurídica que incentive las inversiones. Consolidar la estabilidad democrática, garantizar la separación de poderes y el respeto a las reglas constitucionales, y mejorar la seguridad física, se constituyen en elementos clave.
Por su parte, a nivel europeo, la regulación se erige como un elemento clave para promover la expansión internacional de los bancos y garantizar y fomentar su competitividad. Por este motivo, el Instituto ha señalado que esa regulación debe ser flexible, de modo que los bancos puedan adaptarse a las especificidades de los países en los que operan fuera de Europa.
Este hecho resulta particularmente relevante en regiones como América Latina, un área muy heterogénea, con realidades muy diversas y distintas a la europea.
La pandemia de la Covid-19 y la guerra de Ucrania, y en general, los cambios en el entorno internacional y geopolítico experimentados durante los últimos años han puesto de manifiesto vulnerabilidades y dependencias críticas de la Unión Europea, al tiempo que han evidenciado la necesidad de reforzar la autonomía estratégica del Viejo Continente y su competitividad en el escenario global.
Así, los bancos europeos con presencia fuera de la UE son”fundamentales” para el mantenimiento de la competitividad de la industria europea y la promoción de sus valores, tal y como ha asegurado el IBEF. Por su “enorme” capacidad de influencia externa, los bancos pueden contribuir a la proyección y extensión de los valores europeos en sociedades extranjeras.