Un productor tipo estaría perdiendo 0,11 euros por cada kilo que vende, según los cálculos de la organización agraria
VALENCIA, 15 (EUROPA PRESS)
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha denunciado que las primeras operaciones de compraventa que se empiezan a con los operadores comerciales de cara a la próxima campaña citrícola establecen unos precios en origen que se sitúan hasta un 30% por debajo de los costes medios de producción.
La organización agraria estima que, tanto en naranjas como en mandarinas, un productor tipo estaría perdiendo 0,11 euros por cada kilo que vende a esos precio. Para el presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, “se trata de cantidades que conducen a los productores a la ruina”.
Con el objeto de aprovisionarse de suficiente fruta ante una temporada donde se prevé una reducción de cosecha a causa de las adversidades climáticas, varios comercios privados están mostrando interés por comprar, según explica la organización agraria en un comunicado.
En el caso de la naranja Navelina, ofrecen precios en torno a 0,21 €/kg. Sin embargo, los gastos que supone el cultivo de la naranja superan los 0,32 €/kg después de haber aumentado un 40% en los dos últimos años, según calcula la organización agraria a partir de los datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y del Ministerio de Agricultura.
Los comercios también tratan de adquirir clementinas precoces protegidas de alta calidad a 0,28 €/kg, frente a los 0,39 €/kg a los que ascienden los costes de producción.
El presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, ha afirmado que “hay quien puede pensar que es un buen precio después del desastre de la pasada campaña, cuando las cotizaciones de las naranjas se hundieron por debajo de los 0,10 €/kg, pero si se hacen números vemos cómo se han disparado todos los costes. Se trata de cantidades que conducen a los productores a la ruina”.
Por ello, el dirigente agrario pide “prudencia y coherencia respecto al precio de venta” y además recomienda “no precipitarse a la hora de vender las cosechas, máxime en una campaña con una producción que se prevé corta debido a la combinación letal de malas condiciones meteorológicas en primavera”.
PIDE A LA ADMINISTRACIÓN QUE “SE PONGA LAS PILAS”
En cuanto al mensaje dirigido a las administraciones, Aguado alerta de que “la ley de la cadena alimentaria sigue sin funcionar y sin dar respuesta a los abusos comerciales. Los agricultores, sobre todo en productos perecederos, no podemos repercutir la escalada de costes porque el precio viene impuesto de arriba hacia abajo. Al final solo se benefician las empresas que dependen del productor provocando la ruina de este”.
Tras el balance negativo de las últimas campañas, Aguado reclama a los políticos que “se pongan las pilas ya porque, o ponen en marcha medidas de mercado verdaderamente eficaces que permitan reconducir esta tendencia, o se producirá un abandono inmediato, espectacular y de no retorno de los citricultores. Cansados de trabajar duro y perder dinero, los mayores dejarán de gastar su exigua pensión para mantener los campos y los pocos jóvenes que quedan huirán en busca de una actividad profesional viable”.
Durante su reciente comparecencia en la comisión del sector citrícola de Les Corts Valencianes, el presidente de AVA-ASAJA subrayó su “hartazgo por tener que repetir tantas veces lo mismo, lo que significa que la clase política no ha hechos sus deberes durante décadas y sigue sin hacerlos. Lo único en lo que parece interesada es en aprobar normativas ambientales que añaden burocracia y trabas que nos inducen más costes. Así, lo que hace años me parecía ignorancia o cobardía, ahora pienso que es desinterés. La producción agraria no está en la agenda política, quizás porque aquí no hay puertas giratorias”.
Aguado concluye que “se equivocan aquellos políticos que vean en los bajos precios en origen un problema estrictamente agrario, ya que si no aportan soluciones será la sociedad en su conjunto la que acabará pagando las consecuencias: más tierras sin cultivar y pasto de las llamas, más despoblación en las áreas rurales, más dependencia de importaciones foráneas con mayor huella de carbono y menores garantías de seguridad alimentaria y salud, y más pérdida de soberanía alimentaria en una Europa dividida y decadente”.