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La inflación presiona, pero el Banco Central Europeo no quiere ni oír hablar del ‘tapering’, es decir, de la retirada de estímulos. Y eso a pesar de que algunos miembros del Consejo de Gobierno se remueven ya en sus asientos ante un IPC que supera ya el objetivo del 2% de su mandato. Se agarran a la inflación subyacente, que ronda el 0,9%, y a la inestabilidad de estos meses, y refuerza su argumento principal: la inflación es transitoria.
Esta reunión traerá información reveladora pero no acciones tangibles. El BCE va a seguir comprando deuda al ritmo actual, a un ritmo de unos 20.000 millones de euros todos los meses, al menos hasta septiembre. El BCE no quiere sustos en periodo estival, una época del año con menos liquidez y a la espera de que las perspectivas confirmen la recuperación económica. Así que la vuelta de verano será la próxima fecha clave, cuando se podría producir una rebaja del ritmo de compras. Otra opción sería no ampliar el PEPP (Pandemic emergency purchase programme) más allá de marzo de 2022 y apostar por aumentar el antiguo APP (Asset Purchase Programmes).
En marzo, el organismo monetario contempló un crecimiento del PIB del 4% este año y del 4,1% en 2022. Ahora el BCE podría mantener o elevar ligeramente su pronóstico, pero la referencia serán las expectativas de inflación. En sus cálculos de marzo, proyectó un IPC del 1,5% este año y del 1,2% el próximo. ¿Hasta qué nivel tolerará la subida de los precios antes de empezar a subir tipos y retirar estímulos? Algunas voces hablan de niveles en torno al 2,7% como máximo.
Este jueves tenemos otro cara a cara con la inflación en Estados Unidos. Después de un IPC de abril que escaló al 4,2%, la previsión para mayo es que ascienda al 4,6%. Para algunos analistas, como Pablo García de Divacons Alphavalue, esto hace dudar de lo coyuntural de la subida de los precios.
Los banqueros centrales justifican el ascenso por la subida de la energía y las numerosas irregularidades de estos meses en el contexto de la pandemia. Se suman los cuellos de botella vinculados al repunte del consumo de bienes ante una oferta que no se recupera al mismo ritmo. Pero ese gasto seguirá creciendo si la economía se reactiva como se espera, al calor del ahorro acumulado y las reaperturas. Si la pandemia no da más sustos y la demanda avanza con fortaleza, el argumento podría virar a favor de los llamados “halcones” para empezar a cambiar el rumbo de la política monetaria en el segundo semestre del año.