MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
Prolongar la vida laboral “apuntala” la sostenibilidad del sistema público de pensiones y del Estado del Bienestar, ayuda a aprovechar el talento sénior, complementario al de los jóvenes, e impulsa la productividad, según un estudio de BBVA Research en el que se argumentan las razones por las que los trabajadores deberían retrasar su salida del mercado laboral.
El informe, elaborado por Alfonso Arellano, Rafael Doménech y Juan Ramón García, subraya que, según la OCDE, el número de personas en edad de trabajar por cada persona de más de 64 años se redujo desde 6,9 en 1960 a 3,0 en 2021 y seguirá bajando hasta estabilizarse en torno a 1,7 a mediados de la década de los 40.
“En este contexto, prolongar la vida laboral se revela como un recurso necesario para salvaguardar la sostenibilidad del Estado de Bienestar”, aseguran los autores del estudio.
El informe constata que la esperanza de vida al nacimiento de la población española ha crecido 7,6 años desde 1980, hasta superar los 83 años en 2021. Este avance en la longevidad coincide con la demora en cinco años de la incorporación al mercado de trabajo y la escasa participación en el mercado de trabajo de la población de edad avanzada.
Así, aunque la tasa de empleo de la población española entre 55 y 64 años ha crecido desde mediados de los años 90 hasta el 55,8%, todavía se sitúa por debajo del promedio de la OCDE (61,4%).
Los autores señalan que los trabajadores españoles se sitúan entre las que cuentan con menores competencias laborales dentro de la OCDE. Además, la participación en acciones formativas para adultos es reducida en España (43% de la población entre 25 y 64 años), sobre todo para las personas entre 55 y 64 años (29%).
En este sentido, los autores advierten de que “la importancia creciente de una población inactiva más longeva dificulta la financiación del sistema público de pensiones”.
IMPULSAR EL TALENTO SÉNIOR
Otro argumento que utiliza el estudio para abogar por la prolongación de la vida laboral es la necesidad de aprovechar el talento sénior, pues la tasa de empleo de la población mayor está “positivamente relacionada” con la de los jóvenes.
“Cuando una persona ocupada veterana opta por abandonar el mercado de trabajo, aumenta su producción de no mercado. Si esta es sustitutiva de la producción de mercado, se destruye empleo. Por el contrario, si la persona trabajadora de edad avanzada continúa activa, su mayor renta y su menor tiempo de ocio contribuirán a reemplazar servicios de no mercado por servicios de mercado prestados por otros grupos poblacionales (en particular, las personas jóvenes), lo que incrementará el nivel de empleo”, sostiene el informe.
Además, según BBVA Research, extender la vida laboral impulsa la productividad de los jóvenes, ya que éstos son más productivos cuando trabajan en empresas en las que los veteranos tienen una representación mayor, tanto por la posibilidad de aprender como por sus capacidades.
Se produce así un efecto positivo “bidireccional”, pues no sólo se produce desde trabajadores con más experiencia hacia los jóvenes, sino que los ocupados de edad avanzada también son más productivos cuando trabajan con menores de 35 años.
Asimismo, BBVA Research señala que, según numerosos estudios científicos, la ampliación de la vida laboral reduce el riesgo de padecer demencia y retrasa la aparición de la enfermedad de Alzheimer en aquellas personas que la padecen (seis meses por cada año adicional de trabajo).
DISCRIMINACIÓN POR EDAD
De acuerdo con los autores de este estudio, aunque desde hace décadas se ha promovido de forma proactiva la inclusión y la diversidad atendiendo a características individuales como el género o la raza, existe una dimensión en la que el objetivo de inclusión “parece ir más retrasado: la discriminación por edad”.
Según datos de una encuesta de la OCDE de 2020 sobre las razones de discriminación en el trabajo, la edad era, con diferencia, la principal causa de exclusión para cualquier grupo etario, pero especialmente a partir de los 50 años.
“La evidencia muestra además que la participación en el mercado de trabajo cae de una manera abrupta entre los 55 y 60 años. Voluntaria o involuntariamente, una parte importante del potencial productivo de nuestras sociedades está siendo desaprovechado”, denuncian los autores.
Este hecho, subrayan, está conviviendo en el tiempo con fenómenos como la digitalización y robotización, la globalización, el envejecimiento y la sostenibilidad medioambiental y social.
“Muchas de ellas constituyen un reto para la inclusión de personas con edades más avanzadas. Pero al mismo tiempo, incentivar y promover la prolongación de la vida laboral representa una oportunidad para abordar estas grandes megatendencias con mayores probabilidades de éxito”, concluye el informe.