Los miembros del máximo órgano de decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) estuvieron de acuerdo en que los riesgos inflacionistas seguían estando “balanceados”, pese a que los precios registrarán incrementos por encima del 2% en el segundo semestre del año, por encima del objetivo que se ha marcado la institución.
Así se desprende de las actas de la reunión que mantuvo el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed el pasado mes de abril. Durante el cónclave, los banqueros centrales aseguraron que la inflación seguirá escalando durante los próximos meses. Esto se debe a que empezarán a quedar fuera del cálculo en términos interanuales los primeros meses tras el estallido de la pandemia, que fue cuando más cayeron los precios.
Pese a la que inflación se relajará hacia finales de año, seguirá estando por encima del 2%. Y no será hasta 2022 que caiga ligeramente por debajo de esa cifra. Aunque el objetivo de la Fed es mantener los precios por debajo del 2%, en su última revisión estratégica incorporó una excepción esa regla: tras un largo periodo de inflación muy por debajo del 2%, la Fed permitirá que se sitúe por encima de esa cifra durante un tiempo indeterminado para compensar los datos.
El índice de precios al consumo (IPC) de Estados Unidos se elevó en abril al 4,2%, su mayor nivel desde 2008. En cambio, el índice gasto de consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés), la variable preferida por la Fed para monitorizar la inflación, se situó en el 2,3% en marzo, fecha de los últimos datos disponibles.
La Fed mantiene también su postura de que estos incrementos se deben a factores transitorios, como el alza de precios energéticos, los problemas en la cadena de suministro y los precios de importación.
Con respecto a la estabilidad financiera, los miembros del FOMC consideraron en la reunión que el apetito por el riesgo era “elevado”, teniendo en cuenta las elevadas valoraciones de activos, de las acciones y la actividad de salidas a Bolsa y de los mercados. Varios banqueros centrales alertaron de que si ese apetito caía, podría llevar aparejado un descenso en los precios de los activos que podría tener “implicaciones adversas para la economía real”.