LUXEMBURGO, 16 (EUROPA PRESS)
Las peticiones de Alemania para introducir requisitos más estrictos en la revisión de las reglas fiscales, como la reducción mínima de la deuda del 1% del PIB anual, han enfrentado este viernes a los Veintisiete en su primer debate sobre la propuesta de la Comisión Europea para reformar un marco fiscal que, tras cuatro años congelado por al pandemia, volverá a exigir una reducción del déficit público por debajo del 3% del PIB y una deuda pública por debajo del 60%.
Para tal fin, Bruselas quiere otorgar un mayor poder a los gobiernos para decidir cómo cumplir estos objetivos, aunque exige un ajuste anual mínimo de déficit del 0,5% del PIB hasta llegar al 3%, mientras que plantea una reducción gradual de la deuda a lo largo de cuatro años, prorrogable hasta siete.
España se encuentra entre los países que se han mostrado más partidarios del planteamiento de flexibilización de la Comisión en la discusión de este viernes en el Consejo de Economía y Finanzas celebrado en Luxemburgo, aunque la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, subrayó la actitud “constructiva” de Alemania a pesar de sus demandas de un marco fiscal más estricto para aquellos países con una deuda excesiva.
Una posición que su ministro de Finanzas, Christian Lindner, reiteró en una declaración firmada también por otra decena de países –República Checa, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia y Luxemburgo– a pesar de que para algunos de ellos, como ha reconocido el ministro eslovaco, Klemen Bostjancic, les “costase” aceptar documento original.
“Es una muestra de que Alemania no está sola y puedo asegurar que hay aún más Estados miembro que comparten nuestra posición y que quieren trabajar en la misma dirección que nosotros”, ha explicado Lindner, que ha defendido que su propuesta “no es demasiado ambiciosa” teniendo en cuenta que para los países con una deuda superior al 100% del PIB –como es el caso de España– volver a situarse en el 60% “supondría, al menos, 40 años de periodo de ajuste”.
El más crítico con el planteamiento de Berlín ha sido el ministro francés del ramo, Bruno Le Maire, quien ha manifestado su rechazo a las normas “automáticas y uniformes” que defiende Lindner y a las que se ha referido como “único punto de desacuerdo” en este primer acercamiento.
“Nuestra respuesta es claramente no”, ha apostillado, al aludir a “experiencias del pasado”, pues ha criticado que un régimen fiscal estricto fue “lo que condujo a la recesión y a las dificultades económicas”, en referencia a la crisis de 2008.
No obstante, prefiere fijarse en aquello en que une a los Veintisiete que en aquello que los divide, antes de asegurar que Francia respalda unas reglas fiscales “firmes” pero que también deben ser “inteligentes y simples” para “mantener la prosperidad europea”.
Los ministros han reconocido también la urgencia de encontrar un terreno común, ya que se pusieron el objetivo de llegar a un acuerdo antes de que acabe 2023, con la intención que los trabajos legislativos culminen a tiempo para aplicar las nuevas reglas fiscales en 2025.
En este sentido, el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, ha apremiado a los Estados miembro, ya desde su primer debate, al advertirles de que “el tiempo no es ilimitado”, pues ha recordado que si quieren estar preparados para el próximo ciclo presupuestario es necesario alcanzar un acuerdo en los próximos meses, durante los que conducirá las negociaciones sobre el expediente la presidencia española del Consejo.