Avisa de que, de mantenerse elevados los costes de la energía, la UE perdería competitividad, con un impacto en el tejido industrial
MADRID, 26 (EUROPA PRESS)
El Banco de España ha abogado por avanzar –incluso, quizá, más rápido de lo inicialmente previsto– en la transición ecológica europea, aunque ha advertido de los desafíos tecnológicos, posibles nuevas dependencias externas y retos para el mercado laboral que supondrá este proceso.
En el Capítulo 4 del Informe Anual, relativo a la energía, el organismo que encabeza Pablo Hernández de Cos apunta que algunas de las bases sobre las que debería apoyarse este proceso de transformación ya se han establecido, como las distintas iniciativas englobadas en el contexto del Pacto Verde Europeo y los programas ‘Next Generation EU’ (NGEU) y RePowerEU.
“En cualquier caso, y a pesar de estas iniciativas, alcanzar los compromisos asumidos –muy ambiciosos– sigue suponiendo un desafío de una extraordinaria envergadura”, ha advertido. En este sentido, el Banco de España ha apuntado que la reducción de la dependencia energética exterior de la UE y la transición ecológica exigirán, en las próximas décadas, el despliegue masivo de fuentes de energía renovables, mejoras adicionales en materia de eficiencia energética y un mayor desarrollo de las infraestructuras de interconexión energética dentro de la UE.
Todo ello supondrá considerables desafíos, por ejemplo, en el ámbito tecnológico, dado que algunas de las tecnologías verdes se encuentran actualmente en una fase de desarrollo inicial o tienen un coste que aún no resulta competitivo. Es el caso, por ejemplo, de tecnologías clave, como las baterías, el hidrógeno verde y los sistemas de captura, utilización y almacenamiento de carbono.
Además, el Banco de España señala que este proceso de transformación también provocará un incremento sustancial de la demanda de algunas materias primas –como las tierras raras– que son escasas en la UE, lo que podría dar lugar a nuevas dependencias externas de terceros países.
De su lado, advierte de que la transición hacia una economía más verde y sostenible también podría provocar cambios muy marcados en la demanda laboral. Según Eurostat, el empleo dedicado a la producción de energía renovable en España se triplicó, prácticamente, entre 2014 y 2021, hasta alcanzar los 52.000 puestos de trabajo.
FALTA DE EMPLEOS PARA LA ECONOMÍA ‘VERDE’
En el mismo período, el empleo total en el sector de bienes y servicios medioambientales aumentó en un 65%, hasta los 541.000 empleos. A pesar de estos desarrollos, la transición ecológica requerirá, tanto en España como a escala global, muchos más puestos de trabajo de estas características.
En este sentido, algunos estudios apuntan a que las oportunidades formativas necesarias para llenar estas nuevas vacantes ‘verdes’ no están creciendo lo suficientemente rápido, lo que podría acabar limitando la velocidad –e, incluso, elevando el coste– del proceso de transformación energética.
“Para avanzar en la transformación energética de la economía, también será fundamental que la respuesta de las políticas europeas a la crisis actual sea ágil, aporte certidumbre y evite que la transición ecológica acabe provocando una pérdida estructural de competitividad para nuestro tejido productivo”, ha insistido el organismo.
Por ello, el Banco de España considera que se requerirán avances más decididos en la financiación común de estos bienes públicos para la UE, por ejemplo, a través del establecimiento de una capacidad fiscal permanente a escala europea. En todo caso, remarcan que sin la participación activa del sistema financiero, no será posible canalizar, de forma eficiente, el cuantioso volumen de recursos que se requiere para abordar la transición ecológica.
UNA “GRAN OPORTUNIDAD” PARA LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
En cualquier caso, el Banco de España subraya que a pesar de los retos que implica, el impulso de las energías renovables podría suponer una gran oportunidad para la economía española, dado que España es el segundo país de la UE con mayor potencial de producción de energía eólica terrestre y el primero de energía solar, y cuenta con empresas que son líderes mundiales en estos sectores.
La guerra en Ucrania ha puesto de relieve las extraordinarias vulnerabilidades que la particular configuración energética de la Unión Europea implica para todos sus Estados Miembros. Las fuentes de energía renovables han ido incrementando su peso en el ‘mix energético’, si bien los combustibles fósiles constituyen todavía la fuente principal de energía.
España destaca por un mayor uso relativo del petróleo, que refleja, principalmente, el elevado consumo del sector del transporte en el país. De su lado, la dependencia energética externa de España y la Unión Europea ha aumentado en las últimas décadas y es mayor que la de las principales economías mundiales.
Así, comparada con el conjunto de la UE, España es más dependiente de terceros países por lo que respecta a las compras de energía, aunque sus importaciones están más diversificadas entre distintos proveedores.
Otros aspectos contribuyen también a que los mercados de la energía en la UE muestren un comportamiento muy heterogéneo entre países. En concreto, el Banco de España apunta a que existen diferencias muy significativas entre países en el proceso de traslación de los cambios en los precios mayoristas de la electricidad a los precios minoristas.
MAYOR PESO EN ESPAÑA DE LOS IMPUESTOS DE LA LUZ EN LOS HOGARES
Asimismo, el Banco de España señala que una proporción considerable de los precios energéticos pagados por los consumidores son impuestos y otros conceptos regulados, cuyo peso difiere de manera apreciable entre las distintas economías europeas: En España, en comparación con el promedio de la Unión Europea, estas partidas suponen un porcentaje inferior de la factura energética, excepto en las del gas y de la electricidad de los hogares.
Así, por ejemplo, España presenta una presión fiscal sobre los carburantes –IVA e impuesto especial sobre hidrocarburos– inferior a la de la media de la UE. Por otra parte, tomando como referencia el año 2019, los impuestos y los costes regulados suponían un porcentaje relativamente elevado de la factura del gas y, especialmente, de la electricidad tanto en España como en el promedio de la UE.
En comparación con la UE, este porcentaje era algo superior en España en el caso de las facturas de los hogares –un 72% y un 62% en electricidad y gas en nuestro país, frente a un 69% y un 55%, respectivamente, en la UE–, pero inferior en el caso de las facturas de las empresas.
PÉRDIDA DE COMPETITIVIDAD SI LOS PRECIOS SE MANTIENEN ELEVADOS
Durante la crisis energética actual, los precios de la energía han aumentado de forma mucho más acusada en la UE que en la mayoría de las principales economías mundiales. Así, el organismo advierte de que si estas dinámicas se consolidaran, previsiblemente, el consumo de energía en la UE seguiría reduciéndose, pero sería a costa de una pérdida significativa, y posiblemente estructural, en su tejido industrial.
En este sentido, avisa de que si el aumento de los costes energéticos en la UE con respecto a los del resto del mundo que se ha observado en la crisis energética actual persistiera, se produciría un descenso apreciable de la producción industrial europea, que se sustituiría por importaciones, especialmente en los sectores productores de insumos intermedios, como la metalurgia, los productos químicos, los papeleros y los plásticos.