Analizamos la decisión de los Bancos Centrales de la mano de Jay Pelosky, muy pendientes a lo que puede pasar en los próximos meses.
En un contexto en el que La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha decidido acelerar su plan de retirada de estímulos, reduciendo a partir del próximo mes de enero en 30.000 millones de dólares (26.592 millones de euros) al mes sus compras de bonos y titulizaciones, en vez del ajuste mensual de 15.000 millones de dólares (13.296 millones de euros) aplicado hasta ahora.
Según ha informado el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), el organismo de la Fed que decide la política monetaria, el instituto emisor comprará en enero del próximo año 40.000 millones en bonos del Gobierno (35.456 millones de euros) y 20.000 millones en titulizaciones hipotecarias (17.728 millones menos).
Por su parte La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha asegurado que continúa siendo poco probable que la institución suba los tipos de interés en 2022, a pesar de la “significativa” revisión al alza de los pronósticos de inflación para la eurozona que ha anunciado la entidad, que se desmarca así del tono adoptado por la Reserva Federal de Estados Unidos y del Banco de Inglaterra, que ha adoptado este jueves su primera subida del precio del dinero desde 2018.
En cuanto a lo que ha sucedido en Reino Unido el Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra ha decidido elevar en 15 puntos básicos el tipo de interés de referencia para sus operaciones, que pasará a situarse en el 0,25%, según ha anunciado la institución, que ha mantenido sin cambios el volumen de sus programas de compra en 895.000 millones de libras (1,05 billones de euros).
La decisión de acometer la subida de los tipos de interés desde el mínimo histórico del 0,1% hasta el 0,25% fue adoptada por una mayoría de 8 votos contra 1, ya que Silvana Tenreyro votó en contra de la subida al preferir mantener la tasa en el 0,1%, mientras que los nueve miembros del Comité apoyaron continuar con el mismo volumen de compras.
En su análisis, el Banco de Inglaterra toma nota de la aparición de la variante ómicron, señalando que parece ser mucho más transmisible que anteriores, lo que plantea nuevos riesgos para la salud pública y provocó una caída de los precios globales de los activos de riesgo, aunque posteriormente se hayan recuperado en gran medida.